martes, 30 de junio de 2009

Gianluca

A aquel torito brioso hoy se lo debe mirar de abajo para arriba. Tiene las hormonas tímidamente revueltas. En silencio se le cuela alguna página xxx en medio de sus favoritas de Naruto.
Heredó la inteligencia, el rock y una bipolaridad entre la introspección y la soltura. Rebota de una a otra sin avisar. Simple y complejo a la vez. Chico y hombre a la vez...
Tres. Uno, dos, tres. Esa mañana, la del regreso del más allá, fueron tres abrazos que hicieron volar a estos pies por los aires. Unas decenas de centímetros. Tal vez medio metro. Y volaba. A medio metro del suelo, volaba el mejor vuelo jamás volado.
A los dos días, llegaron las palabras mágicas. "Se notó tu ausencia", dijo, con la misma naturalidad con la que pregunta que hay de cenar. Será que ese sentimiento lo siente natural. Sí, entonces, hermosamente natural.

Fue, como aquel, un golpe de nocaut. Esa lona. Esa lona...

jueves, 25 de junio de 2009

Personajes

París es una ciudad multiétnica. Tiene franceses, obviamente, y habitantes de muchos países. Algunos son turistas. Muchos viven allí. Una ciudad se conoce por su gente...
Laura. La rubia española de pelo corto y teñido que vende boletos para pasear en barco en el Sena. No parecía feliz. A la tercera vez que le pregunté algo en mi spanglish, me dijo: "Quieres hablar en castellano". Luego lanzó una de las mejores frases que llegaron a estos oídos en la capital francesa: "En París todo es caro".
La taxista francesa. En un viaje muy recto, tomó demasiadas curvas. Fue un paseo por París. Literalmente.
El francés del Museo de Napoleón. Consultado sobre una duda sobre José Napoleón, el hermano de Bonaparte, puso cara de desconocimiento, levantó los hombros y llamó a su esposa. ¿Será igual en todos los hombres franceses?
Lionel. El mejor polista de la historia de Francia. Jugó mucho tiempo en Argentina y pese a que dejó el deporte hace dos décadas, habló argentino perfectamente. Al minuto de conversación ya había dicho "ni en pedo" tres veces.
El indiecito. Vendía artesanías de la Torre Eiffel. Un excelente negociador. Parecía salido de esa joya llamada "Slumdog Millonaire".
El chofer de Sri Lanka. Viaje del hotel al aeropuerto. Sabía de todo: criquet, fútbol, política, sexo... Parece que en Sri Lanka hay toques argentinos. Faltaba que diga "che".
El oriundo de Reunion Island. Imposible conocer el gentilicio de esa colonia francesa, una pequeña isla al este de Madagascar. ¿Reunionistas? Sea como sea, en el barco por el Sena había un oriundo. Tuvo que escribir en un papelito de donde era. No se le entendía. El papel quedó de recuerdo. Dice: "Reunión Island".

martes, 23 de junio de 2009

Dieta europea

Lunes. A miles de kilómetros del suelo. Un almuerzo con una entrada tan olvidable que su nombre se ha olvidado, con unos fideos pintados de rojo de algo que llama salsa. "Azafata, ¿puede ser queso rallado? ¿Cómo que no hay queso rallado?". Unas ocho horas después: "Azafata, ¿a qué hora sirven la cena? ¿Cómo que no hay cena? Entonces deme otro sanwich de atún. Sí, el quinto sandwich de atún". Noventa minutos antes de aterrizar sirvieron cafe, te o jugo, con otro sandwich, este de jamón y queso, con sabor a poco.
Martes. El efecto avión se hace sentir. La panza hace ruido en la Gran Vía madrileña. El local de comidas rápidas abre a las 8 y a las 8.05 esta boca le da el primer bocado a un sandwich de pollo muy rendidor. Cuatro horas después, almuerzo en Plaza Mayor, con los ojos fijos en las aventuras del Hombre Araña. Había una oferta de 12 euros: entrada, plato, gaseosa y postre. Una paella digna primero y un emperador con papas luego.
-Mozo, ¿qué pez es este?.
-Pez espada.
-Muy rico.
Todos los días se aprende algo nuevo: el Emperador es el pez espada. Y todos los días se aprende algo nuevo II: en Europa a la Coca le ponen limón. He sacado varios limones de vasos en estos días.
Por la noche, vuelo a París. "¿Cómo que en este vuelo no sirven cena?" El primer viaje por el cielo sin alimentos. Maldición. No hubo más remedio que cenar en Champs Elysees, unos decorosos ravioles a la bolognesa.
Miércoles. Desayuno en el Hotel con ofertas varias. Almuerzo en un barcito de París, rumbo a la Torre Eiffel. "¿La carne jugosa, a punto o cocida?", preguntó la china del barcito en inglés, con plaabras en inglés. Hizo caso al pedido de jugosa, pero para los franceses jugosa es semicruda. "A little more in the fire, please", fueron mis palabras devolviéndole el plato. Volvió a los cinco minutos con la carne bien seca. De postre un universal Toblerone.
Para la merienda, el embajador invitó a su residencia. "Estamos invitados a tomar el té...". Nos había té. Había langostinos, salmón, langostinos, quesos frances, langostinos, ostras, langostinos, frutas de todo tipo. Fueron como 50 langostinos, manjar de los manjares. Pero estos malditos se complotan: 10 no hacen nada pero tantos hacen cosas raras en la panza. La cena, por cuestiones laborales, fue sólo un sandwich en el hotel.
Jueves. Mismo desayuno. De regreso ver al amigo Napoleón, un almuerzo argentino: pancho y coca. El pancho más caro de la historia: 4,5 euros. Es una especie del pan que conocemos como flautita largo, con un agujero arriba y allí entra la salchicha precocida. No es aconsejable. Menos, con la mostaza muuuuuy picante que usan los franceses. Pero había que comer algo rápido porque el barquito del Sena se iba...
Merienda en el Club de Polo de París, en el cocktail pre, durante y post a Le Perfect Match. Muchos canapes de quien sabe que, pero muy fashion. Algunos con... langostinos... Cena, por cuestiones laborales, un par de porciones de pizza frías en el hotel.
Viernes. Mismo desayuno: dos fetas de jamón, una de cocido y otra de crudo, y dos de queso. Más dos vasos de jugo de naranja. Almuerzo en el hotel de regreso del Louvre: sandwich en el hotel. En el avión de París a Madrid, una entrada fea, muy fea. Un plato con un arroz indescifrable. De regreso a Mi Buenos Aires Querido, los mismos fideos de la idea ahora con dos pedacitos de pollo para mentir. Y después sandwiches. Al mediodía del sábado, una buena milenasa en casa...

lunes, 22 de junio de 2009

Frenglish

En lo alto de la torre Eiffel, la cámara de fotos se quedó sin pilas. Malditas pilas, después de 700 escalones que casi cuestan la vida! Pero como los franceses saben hacer negocios, allí arriba pusieron un puesto donde venden los regalitos de la Torre. Hay de todo: sólo faltaba papel higiénico con el dibujito de la torre para limpiarte con la Torre. El resto está, incluidas las pilas.
-How much?, pregunté con mi perfecto inglés.
-Six nineteen (si algo está mal escrito recuérdese que de este lado se habla bien el inglés, pero se lo escribe mal).
Pensé: no sólo en Once ponen ,90 a los precios para que parezca menos. En Francia también!
-The four or each one?.
-The pack with four.
-Perfect, give me two.
-No, we only sale the complete pack.
-But I Orly want two.
-Four.
-Two.
Finalmente compre dos… pares.
Cuando bajé los 700 escalones, aparecieron tres chicos que vendían los mismos regalitos que arriba, pero más barato. Eran indios, de India, no indios de arco y flecha.
-How much?, empecé de nuevo.
-One euro.
-No, no, no. Is more expensive. Después me di cuenta que en realidad dije “más caro”, no "muy caro". Pero el chico entendió.
-How many?, me dijo el indio.
-Five for three euros.
-No, five for four euros.
Al final hicimos negocio, porque nos entendimos. Antes de irme le pregunté al indiecito de India cuanto años tenía. Estuvo inteligente: en vez de contestarme en inglés me mostró las dos manos completas y después dos dedos.
De regreso al hotel, entré en una exposición de fotos. Había algunas muy llamativas, de gente quien sabe de donde. Yo quise saber de donde. Pensé y la pregunta era: de dónde mierda es esta gente que aparece tan bien retratada en las fotos? Así que llamó al tipo y le dije…
-Pics, people, where?
-Haiti, carnaval.
Así supo lo que quería saber. Y me respondió. Todo en un perfecto Frenglish.

domingo, 21 de junio de 2009

Napoleón

Las matemáticas no son exactas. Mentira. Uno es menor que 100 casi siempre. Pero no siempre. Una imagen vale más que mil palabras, dicen. Y en igualdad de material, ideas, una a veces es mejor que dos, que tres, que diez, que cien.
Todos tienen ideas. El detalle es que habrá que ver que productividad tiene una idea. Hay gente que se dice inteligente, pero nunca en su vida han tenido una idea de alto valor productivo. Son de hablar, de presumir, de ubicarse en altos sitiales de la inteligencia, cuando nunca han llevado a la práctica ninguna idea que los distinga. Linda esa palabrita, distinguirse. Todos tenemos ideas, está dicho. La clave es que las propias sean las distinguidas.
En París mucha gente anda en bicicleta. Hay miles estacionadas en la calle, y la gente las puede tomar y usar. Con un valor agregado: por media hora, son gratis. Por un sistema de tarjeta de crédito, se toma una en Champs Elysees, se recorren unas 25 cuadras hasta el otro lado del Sena, se estaciona en otro “bicicletómetro”, y a empezar el día. Si alguien se extiende ese lapso, se le cobra. Si se quiere robar el vehículo, se le cobra muy caro.
El mecanismo es brillante. Alguien tuvo una idea productiva que cambió su mundo y cambió el de millones. En lugar de pensar en lo complicado del tránsito, ideó una solución. ¡Chapeau!
Si los pingos se ven en la cancha, la inteligencia también. Hay gente que no nace para eso, aunque cree haber nacido para todo y mueren sin dejar nada. Esos, los que creen más de lo que hacen, son los peores.
Hablando de nacimientos, muertes e ideas, París, entre sus miles de historias, tiene una que sea difícil de superar. Lo que quedan de los restos de Napoleón Bonaparte descansan en un extraordinario museo en el que se mezclan pintura, arquitectura, arte, diseño y mucha historia. Eso lo diferencia del Louvre: no se trata de una sucesión de obras de arte, sino de la vida misma que marcó este planeta que habitamos y se llama Tierra. Se aprecia la evolución del mundo con documentos como armas o vestimenta. Y hay salas especiales, como una para Charles De Gaulle, donde se recibe una clase práctica de historia en 10 minutos.
Hasta que se llega al objetivo, la tumba del amigo Nap, quien ya hizo un guiño desde el cielo o el infierno que habite y aceptó el diminutivo para este relato. En un salón paralizantemente fastuoso, con esculturas aquí y allá y pinturas que decoran el techo cual el mejor cielo, en el centro de ese salón, hay un círculo. Hay que asomare para tener el primer contacto con la tumba, una gran caja de mármol marrón cerrada. Luego, se puede bajar por una escalera, atravesar un túnel algo tenebroso, y tener al muerto a unos poquitos metros.
Todo esta historia sería una más si no fuera por un detalle mágico. El egocentrismo de Napoleón no toleraba un paso a la eternidad sólo con un lugar destacado en la historia. Quería más, quería sentirse superior a todos. Siempre. Por los tiempos de los tiempos. Y lo logró. Al asomarse al hueco de arriba, se tiene que adelantar la parte superior del cuerpo. Napoleón quería ser homenajeado siempre. Por los tiempos de los tiempos. Así, ese chinito, esa inglesa, ese frances, ese africano, y este argentino, se asoman al hueco y su figura simboliza una reverencia para el amigo Nap. Como él lo deseaba, y como lo pidió: una tumba donde todos se rindan su poder…

Si se tuviese que hacer un ranking de ideas, acá hay una mano levantada para votarla como la mejor de la historia.

viernes, 19 de junio de 2009

Breves historias parisinas...

Me enamoré. Me enamoré perdidamente. Me enamoré perdidamente de un hombre. Me Me enamoré perdidamente de un hombre que conocí en Francia. Me enamoré perdidamente de un hombre que conocí en Francia en la bajada de la Torre Eiffel. Me enamoré perdidamente de un hombre que conocí en Francia en la bajada de la Torre Eiffel y se llama Lionel. Me enamoré perdidamente de un hombre que conocí en Francia en la bajada de la Torre Eiffel y se llama Lionel y tenía puesta la camiseta de un equipo de fútbol de Argentina. Me enamoré perdidamente de un hombre que conocí en Francia en la bajada de la Torre Eiffel y se llama Lionel y tenía puesta la camiseta de un equipo de fútbol de Argentina que se llama Independiente…
Estoy enamorado.

* * *

En Argentina se trata mal a los negros. Eso se nota en la comparación con Francia, donde hay muchos más hombres de color, y no venden chucherías como en Once.
Acá los negros manejan taxis, son policías, manejan taxis, son mozos de bares, manejan taxis, son personal de seguridad, manejan taxis, son actores porno, manejan taxis… Ah, y también venden chucherías cerca de la Torre Eiffel.

* * *

A metros de la Torre Eiffel están filmando una película. Son todos morochos, parecen indios, y así lo confirma un asistente a través del siguiente diálogo.
-Hello.
-Hello.
-Where are you from?
-India.
-Ah, ok. Is a film?
-Yes.
-Ah, y what is the name?
-My beautifull girl I want to see you only.
-What!!??
-My beautifull girl I want to see you only!
-Ja.
-Ja.

* * *

Camino a la tumba de Napoleón. Las indicaciones no fueron las correctas. No quedaba opción: pedir ayuda. No era tan sencillo para alguien que maneja el inglés con dos sustantivos, un verbo y nada más. “Where is Napoléon?” era la pregunta repetida una y otra vez.
La mente hizo un vuelo directo a Argentina. Misma situación, de un turista perdido buscando la tumba de Evita, y preguntado: “¿Dónde está Evita?” Que susto se llevaría si algún militante le contestase: “Evita vive”.
Napoleón está muerto. Y la tumba es muy bonita…

* * *

Walk. Walking. Caminar en inglés. De eso se trataba. Los franceses mucho no entendían, y mucho no ayudaban. En hospitalidad se sacan un aprobado apenas con 6. Hasta que el universal lenguaje de las señas solucionó todo. Tomese los dedos índice y mayor. Colóquelos para abajo, y muevalos. Primero uno, después el otro. Varias veces. Eso lo entienden en París, en Nueva York, en Buenos Aires o en Bangla Desh.

* * *

O las francesas son muy tetonas, o yo tengo una idea fija al respecto con ese tema.
Cuidado: no hay que descartar que las dos alternativas anteriormente citadas sean correctas y convivan en el pensamiento.

***

Este es el ultimo texto escrito en Paris, donde usan un teclado distinto. Se llama azerty, por las primeras seis letras de arriba de izquierda a derecha, en lugar de qwerty, como usamos en Argentina. Ademas, para usar los nuneros hay que poner shift, y los acentos no se sabe donde estan -se nota en este texto...-. Asi que la despedida a Francia y su teclado sera: firofhbsqvh-(è"ç'_è(&ç_è'çè; &éà"èéufrb, que te pârio!*$^ù.

Miércoles

Dos chicos muy rubios hablan en la entrada del Club de Polo de París, con su mamá unos metros detrás mientras controla que la hermanita, igual de rubia, se acerque. Los tres llevan raquetas de tenis más grandes que sus diminutos torsos. Otro chico -bah, un adolescente de unos 15 años- sale de allí con su bolsa de palos de golf, y sube al taxi que lo espera desde hace varios minutos. Antes de sentarse, revisa su billetera para corroborar que tiene euros suficientes para el viaje, cosa habitualmente cara. Y más para los turistas, que suelen caer en las garras de choferes que dan alguna vueltita de más para que las fichas sigan cayendo (¿quién dijo que esto sucede sólo en la Argentina?).
Es miércoles y hay más actividad que la cotidiana, ya que es el día en que el club abre sus puertas a los más pequeños. No sólo por eso es un día especial. Porque esta bellísima entidad tiene una verdadera suerte de miércoles. Tanta, que su existencia se debe a un golpe del azar relacionado con este día de la semana.
Cuando los socialistas llegaron al poder en París cuatro años atrás anunciaron la expropiación de esta institución de Bagatelle, zona que debe su nombre al pequeño castillo que Maréchal d´Estrées construyó en 1720 muy cerca de ahí ("bagatelle" significa "cosa de poca sustancia y poco valor"). Se trata, paradójicamente, de un lugar imponente muy próximo al centro de la ciudad, un bocado apetecible para todo político del mundo que desee tomar una medida popular. Y más para los socialistas que se relamían por este predio que -pensaban- estaba destinado a 300 ricachones que jugaban un deporte de pocos.
Pero su visita fue un miércoles, el día de mayor actividad, y los izquierda caviar (así se los llama por estos lados) se toparon con otro panorama. No se trata sólo del lugar donde Sarkozy, antes de ser presidente, y Jack Nicholson, cuando visita la ciudad, se relajan en la hora del almuerzo. Es una entidad que tiene actividad más allá del polo y a la que por prejuicios, que habitan en todo el planeta, iban a derrumbar, como sí lo hicieron con la vecina Tir a Pigeon (de tiro).
"Somos un club familiar, sin fines de lucro, y que paga todos los años mucho dinero al estado francés. La fundación fue en 1892 y por suerte seguimos con vida y muchos proyectos, como este partido perfecto", cuenta Pierre Yves de Charbonniere, un argentino encargado del polo de la entidad, que vive en París desde 1966 y tiene dos canchas en San Miguel del Monte. Por suerte... y porque existe el miércoles.

miércoles, 17 de junio de 2009

Madraires

Tal como habían anticipado, la capital española tiene muchos parecidos con Buenos Aires. La receta sería: un poquito del colorido de La Boca, con bastante de la bohemia de San Telmo, con la historia de la Plaza de Mayo y sus alrededores, más un touch del glamour de Recoleta, y mucho del Obelisco y sus alrededores. Esa mezcla, esa pincelada, da como resultado Madrid. Con un detalle fundamental: todo en unas 25 0 30 manzanas y, especialmente, ¡muy bien organizado!
Entonces, se va de un museo a una peatonal, a una plaza, a un Mc Donalds, adonde se quiera, en unos pocos pasos. Todo junto, todo cerca, todo encaja. Inclusive hay máquinitas de juego en todos lados. Se puede pedir un tapa en un bar y jugas unos fichines como en el casino del Hipódromo. Business are Business.
Será por eso, por las facilidades que da esta ciudad y porque es simple entenderla, que como dicen Madrid se hace tan amigable. Y que las 10 horas de recorrida resultaron pocas.
El primer “amigo” guía me dijo “campeón”. El primer kiosco en donde compré tenía banderas españolas y argentinas. “Los dueños son argentinos”, me dijo el vendedor con poca gentileza (se ve que lo explotan… ¡bien hecho!). En el primer lugar donde me senté a comer un sándwich se me acercó un tipo, de unas 50 años, y me dijo: “¿Me das algo para el café?”. Curioso: cruzar el Océano para ser mangueado por un vagabundo primermundista. Algo le di, recordando lo que sucede diariamente en mi Buenos Aires Querido.
Finalmente, en la Plaza Mayor, encontré al Hombre Araña más gordo del mundo. Parecía otro personaje robado de la mitología porteña, que podría habitar en Plaza Francia. Obviamente me saqué una foto con él y le pagué por realizar a la perfección su trabajo. No hablé con él, ni le pregunté su nombre, pero sospecho que detrás de la máscara se escondía un Cacho o un Tito. Y debe haber nacido en González Catán...

martes, 16 de junio de 2009

Suequitos

A quien sabe que cantidad de metros de altura, la vida pasa de otra manera. Es el peor asiento de todo el avión. Igual de incómodo que los de atrás y los de adelante, pero el gordo de al lado ronca más que los de atrás y los de adelante. Mientras, y hablando de adelante, la rubia tetona duerme plácidamente sola.
Antes de subir al avión, reparten diarios del domingo español. En el lunes de Buenos Aires, o de Brasil, ya que técnicamente se pasa ahora por arriba de Recife, algunas historias sorprenden. Por ejemplo, que la noticia principal del día sea el resultado de las elecciones en Irán. O Irak. O por ahí. Adentro, con varias páginas de desarrollo.
Pero hay algo más interesante, por cierto: la historia de Stieg Larsson. El bueno de Larsson es un escritor sueco del que no tenemos noticias en el Abasto ni en Musimundo. Pero en España es un crack. Capaz de ser la figura del periodico del domingo. El diario El País lo define como insomne, idealista y obstinado.

Stieg no tuvo derecho a réplica: murió el 9 de noviembre de 2004. Pero dejó un legado: antes de dar las hurras después de respirar medio siglo, acababa de terminar la tercera parte de una saga que hoy es un boom de ventas en lo que llaman Primer Mundo y todavía no pisé (justo el avión se sacude por algunas turbulencias…).
La trilogía se llama Millenium. Hay una protagonista llamada Lisbeth Salander que parece que es bisexual. Entre la primera y segunda parte se vendieron 1,500.000 libritos en España, 12,600.000 en 40 países. Stieg nunca lo supo: crepó antes de publicar la primera.
Pero no es ese éxito lo más interesante de todo esto. Ni los cautivantes nombres de la trilogía: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Pues no. Resulta que el suequito vivió 30 años con Eva, una suequita también escritora. Nunca se casaron, ni tuvieron suequitos. Y las leyes suecas dicen que cuando alguien crepa, la herencia va a familiares de sangre. Game over, Eva.

¿Game Over? NO. Además de pelear en tribunales en la crónica de una derrota anunciada, la suequita, astuta y pilla, hizo la jugada maestra: anunció una cuarta entrega que vive en un ordenador (como lo llaman los españoles) que ella guarda bajo siete llaves. Tan bien lo guarda que papá Larsson y hermano Larsson, herederos universales de Stieg, no lo pudieron encontrar pese a revolver cielo y tierra en el departamento de Eva.
Habrá cuarta parte, parece ser. Nacida en la mente del suequito que mira todo desde el cementerio, o de la suequita que no quiere perderse parte de la tajada que injustamente ya pierde. Los suecos hacen camino al andar…

domingo, 14 de junio de 2009

Epitafio (o no)

Será fuego. Una vida intensa, en llamas, repartiendo calor y color. El mismo final. Cierta coherencia. Fue lindo mientras duró.
Será agua. “Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego”, decían de un prócer. Linda frase... Ahora, la eternidad en el fondo del océano. Idéntica conclusión: fue lindo mientras duró.
Será tierra. Objetivo cumplido. Motorizar algunos cambios. Con más o menos convicción, pero finalmente motorizados. Nuevamente, idéntica conclusión: será lindo mientras dure. De eso se trata la vida.

sábado, 13 de junio de 2009

Nocaut

"A veces me gustaría ser vos", dijo.
Se tarda en reaccionar de semejante frase. Y al ratito, llegó el golpe de nocaut.
"Sos una gran persona".
El mismo pelo, la nariz, la boca, la astucia, la inteligencia. El mismo apellido. Y esa capacidad para decir lo justo en el momento indicado.
No todos los nocauts son feos. Así, besar lonas es el acto más maravilloso de la vida...

miércoles, 10 de junio de 2009

Costumbres

“¿Qué es lo que hace que caigas siempre en el mismo lado? ¿Será la costumbre, la cobardía o la ansiedad?”.
En los últimos días, esa frasecita suena seguido en el parlante. Y queda retumbando en la cabeza una y otra vez. Costumbre. Cobardía. Ansiedad.
La humanidad ha pasado años y años debatiendo sobre el amor. Seguirá así hasta que ese meteorito deje de pasar a millones de años luz y definitivamente impacte en este planeta. Mientras, flotará una pregunta que no admite una única respuesta: ¿Cómo se define el amor?
La frasecita sigue sonando y sonando. No hay cobardía. Las ansiedades están controladas. Se perdieron las costumbres. Quizá eso sea el amor: un delicioso encadenamiento de costumbres.

lunes, 8 de junio de 2009

TEG

Al oeste, Argentina limita con Chile. Es sabido. El límite lo establece en su mayor parte la Cordillera de los Andes. De un lado los chilenos, del otro los argentinos. Claro como el agua.
Hay otros límites que no son territoriales. O sí lo son. Bueno, tal vez. Los hijos, por ejemplo. Necesitan límites. Piden. Cada padre entenderá cuando y cómo mostrarle al hijo un grupo de altas montañas llamadas Cordillera de los Andes.
Hay límites entre los hombres, también. Hombres abarca mujeres. Cordilleras invisibles que cada uno debería ver con sus propios ojos. Nuestro cuerpo limita con el del otro hacia el oeste, y con de aquel hacia el oeste, y con el de más allá al sur, y con quien sabe quien al norte.
En las parejas también hay Cordilleras. De un lado, Chile. Del otro, Argentina. Limites. Uno y dos. Propios y en conjunto. Lo ideal sería que nadie juegue al TEG y cruce las fronteras dejando la batalla librada a la suerte de los dados… Puede tocar triple 6. O triple 1.

viernes, 5 de junio de 2009

Polio

-Me bajo en Pueyrredón, chofer.
-La escuchó, señora, tranquila.
-Gracias, linda.
-De nada.
-Lo que pasa es que así es dificíl. Van 40 años. Tuve un accidente a los 10, y tres meses después polio.
La señora de la silla de ruedas movió sus dos brazos de manera horizontal. El clásico gesto cuando algo termina. Aunque ella no terminó.

*****

Un tiempo atrás, alguien dijo: "Cuando murió mi viejo, estaba muy triste. Pero empecé a mirar a mi amigo xx. A él se le habían muerto los dos padres".

*****

-Hoy está lindo.
-Sí, salió el sol.
-Ayer hizo 16 grados. Hoy podremos tener 18...
-¡Mejor! Porque no es lindo el frío.
-Es cierto. ¡Chofer, estamos en Pueyrredón!
-Sí, señora, tranquila.

martes, 2 de junio de 2009

Encrucijada

Juan y Juana eran pareja. Tuvieron una enorme crisis que derivó en ruptura.
Juan y Juana tenían un amigo, José. Lo conocían ambos por igual. Juan lo tomó como confidente de su vida. Pero José le contaba absolutamente todas las cosas que hablaban a Juana.
José no tuvo culpa de la separación. Pero José mostró que se olvidó los principios, los valores y los códigos en la nursery.
Juan le escupió todas las verdades en la cara a José. Absolutamente todas. José no tuvo argumentos de defensa ante la realidad.
Pero Juan a veces siente que no es suficiente. Sabe cosas de la vida íntima de José. Cosas que complicarían su vida familiar. Mucho.
Juan está en una encrucijada. Siempre se jactó de obrar bien, con códigos inalterables. Pero mitad de su cerebro levanta pancartas reclamando un ojo por ojo.
Codigos. Ojo por ojo. Encrucijada. La vida.

lunes, 1 de junio de 2009

Tatiana

((De cuando ese hermoso angelito expuso seis de sus pinturas en un restaurante que se inauguraba...))

Tatiana tiene 10 años. Como muchos, también tiene un hermano, un padre, y una madre… Como varios, tiene una gata. Y como pocos, centenares de lombrices.
También tiene mucha vitalidad. Demasiada vitalidad. Es la menor de la familia y muchas veces es la que toma las decisiones. Así anda la familia…
Su vitalidad la hace recorrer muchos caminos. Demasiados. Uno de ellos es la escritura. Tiene varios cuentos publicados en libros, revistas y en cualquier espacio que le abra las puertas a sus letras, que surgen a borbotones.
Otro camino la lleva a pintar. Con técnica, sin técnica, con dedicatorias, sin prisa, con pausas. Con ganas. Muchas ganas. Y la pintura hizo que su carita brillante apareciera en el diario La Nación primero y en la revista Genios después.
Tati tiene un futuro. Seguirá comiendo hamburguesas de Mac Donald’s, las milanesas de mamá y los fideos de la abuela. Y desde hoy, devorará los platos de este restaurante. Pero, en especial, nos tiene a todos amenazados con deglutirse el futuro de un solo mordisco. Y, creanlo, es capaz de hacerlo.
Ya hablamos de su pasado. También de su futuro. Sólo queda el presente. Y mejor que las palabras son los hechos: acá les dejamos seis partecitas del hoy de Tati. Buen provecho…