jueves, 18 de marzo de 2010

Glucosa

La señora rubia, de unos 60 años bien llevados, esperaba para realizarse el segundo análisis de sangre por un estudio de glucosa. La chica de un rubio más furibundo, que orillaba los 40 años también decorosamente llevados, compartía la misma sala de espera aguardando que pasen dos horas para una nueva extracción de ese líquido rojo que todos llevamos dentro.
-Tengo que entrar 11.40, ¿puede ser?, dijo la señora del rubio más apagado.
-No, no puede ser. Yo entré un poco antes y mis dos horas se cumplen a las 10.30. Vos debés entrar 10 minutos después.
-Es que más tarde deben bajar la persiana, acota el marido de la primera.
-¿Qué decís? ¿Si en el labortatorio no había persianas? Ay, siempre igual. ¿Vos también estás para el de glucosa?
-No, yo estoy embarazada.
-¡Qué lindo! ¿El primero?
-No, el cuarto. Con mi marido nos casamos chicos, yo tenía 15 y él 18. Y tenemos un hijo de 20, uno de 18, y una nena de 10. Ahora viene otra nena.
-Que bueno... ¿Tenés el nombre?
-Alma. Porque a mí me estaba por sacar el útero y llegó ella. Es un regalo de Dios. Nace en mayo...
-Ay, de Geminis. Como mi marido. Los geminianos son buenos. Mi marido es bueno, pero dice pavadas. El es así: hace un rato dijo que el laboratorio tenía persianas...
A veces, sobrellevar dos extracciones de sangre y un horripilante líquido para provocar quien sabe que dentro del cuerpo, se hace menos tedioso...

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