martes, 4 de mayo de 2010

RG 28: Made in Polonia

La taza descuartizada en el piso, con los pedacitos esparcidos de un pasado que fue un todo. El líquido empetrolando el piso plastificado, manchando el living más con dolor que con el poder de su esencia. El cuerpo despatarrado, herido por la caída, un poco; devastado por el tiempo, mucho. Y la cabeza, el cerebro, el que manda, el que gobierna, en perfecto estado como para entender todo lo que pasa. Todo lo que no pasa...
-Yo quiero tomar mi café por día. Yo quiero fumar mi cigarrillo por día.
-¡Pero te hace mal!
-No me importa.
-Sos grande, te tenés que cuidar.
-Por eso, soy grande, ya viví.
-Podés vivir más, mejor...
-¿Para qué, para durar? ¿A los 88 años pensar en durar un par de años más y privarme de un café o un cigarrillo?
-Es que así, te hará peor todavía y el final será doloroso.
-¿Qué es más doloroso? Quiero mi final, elegir mi final. Rápido, lento, con café, sin azúcar, con edulcorante, con cigarrilo o sin humo.
-...
-Elijo yo.
-Mañana vamos al médico.
-Elijo yo.
Pasaron los días. Llegaron los diagnósticos. Implacablemente previsibles para un cuerpo de casi nueve décadas, erosionado por el paso del tiempo, con historias contadas, historias guardadas, historias leídas e historias vividas. Fue niño en Polonia y adulto en Argentina. Fue exitoso de hombre y es melancólico de viejo.
¿Cómo definir la melancolía? ¿Se puede tocarle el timbre a la muerte sin añorar aquellos tiempos de vida sin tazas de café rotas? Tal vez la vida se mida por cuando se rompe y cuanto se sana. Que se destruye y que se construye.
Al día siguiente pasó lo de siempre. Atragantó los mismos dolores, rompió la taza diaria, se cayó por décimo día consecutivo. Recordó el pasado. Lloró sin llorar, con lágrimas imaginarias que brotaban de sus ojos y le caminaban por la cara. Se peleó con los que lo querían ayudar, y repitió como lorito: "Es mi vida. Es mi final. Soy yo".
Pero esta vez hubo una diferencia en su insípida rutina. Se acostó más tarde que de costumbre. Un poco del canal de historia, y otro poco de alguno de deportes. Se quedó dormido en el sillón del living, que lucía resplandeciente por el reciente paso de un trapo de piso con fragancia perfumada. Entonces, soñó que tomaba café y fumaba un cigarrillo... Hasta saboreaba un whiskicito de a sorbos, degustándolo, poquito a poquito, hasta sacarle la última gota de placer. Y sonrió dormido. Soñó el sueño que quería soñar.

4 comentarios:

  1. Al terminar de leer este RG no pude evitar supirar. Suspiro de alivio, como el alivio del personaje al final de cuento.

    Es raro que en estas latitudes la muerte se vea como algo negativo al cual tenerle miedo, cuando es una etapa de la vida. De ahí la importancia de elegir como vivir, ya que no podemos elegir cómo morir.

    Buen relato, que genera muchas reflexiones.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Coincido con Lady es una buen relato que genera muchas reflexiones.
    :)

    ResponderEliminar
  3. "un pasado que fue un todo."

    tiene tonada musical...(te cache!)

    me gusto mucho...seria genial poder elegir como morir... estaría genial poder tener control sobre los eventos que a uno lo atraviesan, no?

    me voy a seguir tudiando....

    beso

    ResponderEliminar
  4. Muy bueno, me gustó lo de "se peleo con los que querían ayudar"

    ResponderEliminar