domingo, 12 de febrero de 2012

Muerte 2: Clooney

Algo falla: George Clooney, en Hawai, con una historia que apunta directo al corazón. Y, sin embargo, no termina de convencer.
Pero, si algo logra Los descendientes, ese algo es la capacidad de poner al espectador en lugar de "que haría yo en ese caso".
A ver: hay una mujer que desde su estado de coma. Hay un hombre que mientras la llora, se entera que ella, que le golpea la puerta a la muerte, le fue infiel desde todos los lugares donde se puede serlo: vagina, corazón y cabeza. Hay una hija adolescente, con la rebeldía en las venas, que es la comunicadora, la que abre los ojos de su padre, la que le pone la bomba en el corazón.
Y ahí anda el corazón de Clooney. Un rato hecho añicos, otro añicos de los añicos, y a veces mejora y le miente a la vida que puede respirar dos veces seguidas sin tener que suspirar. La mujer, como era de esperar, muere. Pero peor todavía, lo que muere, para siempre, es algo más que su cuerpo. Hay algo peor que la muerte. Sí, se trata de la muerte de los recuerdos, lo que no deja huella.

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